Hace varios años, realicé unos ejercicios de estilo. Basándome en un relato de Jaime Sáenz (de su libro “La Piedra Imán”), debía reescribirlo de distintas maneras, respetando, en cada caso, una restricción específica. Bueno, el primer texto (“En líneas generales”) presenta un resumen del relato de Sáenz; los demás son algunas de las variaciones que escribí.
En líneas generales
Jaime compró un impermeable liviano y oscuro, cuyo aroma le parecía del Japón. Fue una prenda especial, porque carecía de botones y bolsillos, lo que le obligó a utilizar un cordón para amarrárselo en la cintura, sirviéndole este artificio para sujetarse los pantalones también. Un día, el Malevo Sanjinés y el Japonés Uría, bebedores consuetudinarios, le preguntaron de improviso si quería venderles su impermeable, a lo que él contestó que no. Entonces, le expresaron su admiración por la prenda y le preguntaron en dónde lo había comprado, respondiéndoles Jaime que lo adquirió en Japón. Ambos personajes empezaron a manosear el impermeable, razón por la que él, sin perder la compostura, retrocedió, se lo sacó y lo hizo desaparecer en un santiamén, a través de la sisa de su chaleco. Esta acción dejó boquiabiertos a sus amigos, quienes, finalmente, lo llevaron a tomar chicha. Sin embargo, tercos y molestosos, le pidieron con insistencia que les volviera a mostrar el impermeable, a lo que él accedió; pero luego, lo hizo desaparecer en la manga de su saco. Con el ánimo de calmarlos, les dijo que encargaría del Japón dos impermeables idénticos para ellos, pero que eso tardaría un poco porque ese país estaba en guerra.
Variación con idiolecto:
Economista
El individuo sujeto de estudio, que estaba en edad económicamente activa, seguro era desempleado. Digo esto, por la pobre indumentaria que vestía: un impermeable sin botones, cerrado con una cuerda atada en la cintura. Sus amigos, tal vez comerciantes minoristas -lo digo también por su apariencia-, hacían gala del circulante que portaban tratando de adquirir la desastrosa prenda. La transferencia de bien por efectivo no tuvo lugar, tal vez por la excesiva demanda opuesta a la escasa oferta. Y posiblemente, para luego recurrir a la especulación, el desempleado ocultó su impermeable. Después, sin respeto por los que no tienen ni para la canasta familiar, los tres sujetos se dirigieron a incrementar el alto índice de consumo de bebidas alcohólicas. En medio del despilfarro monetario, discutieron sobre el alto arancel a la importación de ropa del Japón.
Variación con sinécdoque:
Tesis
El ladrón de este siglo no sabe aplicar el cuento del tío, roba cosas baratas, no posee dedos finos, se deja sorprender fácilmente, se involucra emocionalmente con la víctima y se deja engañar por la misma.
Qué otra cosa se podría concluir, luego de observar a ese par de almas viciadas, fingiendo querer comprar esa ropa oscura, fea y sin botones. Y que luego de manosear la tela, viendo frustrado su objetivo por un par de manos ágiles, toman copa tras copa con esa mente despierta que termina engañando sus egos.
Tesis demostrada.
Variación con quiasma:
Relato de un robo frustrado
(¿O frustrado robo de un relato?)
Es común el robo de un abrigo, pero ellos no le trataron de robar un abrigo común. Éste era oscuro, sin botones y con un extraño olor a japonés, aunque debo decir que los japoneses no huelen extraño. El hecho es que el par de cacos le quisieron hacer el cuento del tío, aunque su tío nunca les contó cómo hacerlo. Talvez por eso no lo hicieron bien, y viéndolo del otro lado, qué bien que no lo hicieron. La víctima, al darse cuenta de sus intenciones, ocultó el abrigo en su chaleco, y entonces comprendieron que no era ningún chaleco su víctima. Para disimular que eran malos, tuvieron que llevarlo a tomar chicha, y qué chicha tuvieron que él sea bueno. Digo esto, porque él, lejos de enojarse, les prometió que les conseguiría abrigos iguales, aunque ellos se enojaron al saber de cuán lejos los traería.
Variación con octosílabos y anadiplosis:
Rimitas I
Jaimito tiene un abrigo,
un abrigo con cordón,
el cordón es una suerte,
una suerte de botón.
Sus amigos lo quisieron,
lo quisieron atracar,
atracar por el abrigo
y el abrigo hizo volar.
Entonces le propusieron,
le propusieron beber,
beber un balde de chicha,
chicha de mal proceder.
Después prometió comprarles,
comprarles a ellos un par,
un par de abrigos iguales,
iguales a su gabán.
Variación lipogramática:
Propongo
Os nombro: coso. Oblongo coso, no rojo, fofo, con ocho hoyos, sólo hoyos. Conozco dos cholos locos por vos, coso rotoso con foco cordonomorfo. Son coro lloroso los cholos: “Lo compro, lo compro, propón costo”. ¡Oh coso oloroso!, os propongo: go to hondo bolso, ¡pronto! Cholos choros, dos por dos ojos son pocos, ¡look look!: no porto coso. Choros doctos, como otros no conozco, os propongo: compro por los toldos ron coco o ron tropoff, lo tomo con vosotros, por nosotros, fondo fondo, bolos todos. Bolos cómodos, connoto: como hoy no doy coso, no por roñoso o por codo corvo, os los compro otro, propongo. Otro no, otros: dos cosos rotosos, sólo con hoyos, oblongos, fofos, no rojos, olorosos, con focos cordonomorfos, from Hong Kong, os doy otro otoño. No comploto dolo, soy cholo honroso.
Variación con soneto:
Rimitas II
Caminaba Jaime por una cuesta,
con un abrigo oscuro y sin botones,
cuando un par de sujetos muy bribones
le hicieron por el mismo una propuesta.
Como negativa fue su respuesta,
agarraron su impermeable a jalones,
por lo que él, sin esperar más razones,
lo ocultó sin dar lugar a protesta.
Sin desánimo, a beber lo llevaron,
e iluminados por unos faroles,
por el abrigo de nuevo rogaron.
Él, con la cabeza llena de alcoholes,
pedir, de donde el suyo lo importaron,
un par igual para ellos prometioles.
Variación libre:
Numerológicamente
Te lo digo, hermano, los números dicen todo. Por ejemplo, el número de tu impermeable es el once. ¿Por qué? Porque “impermeable” tiene once letras. El once es un número terrible. Sólo para demostrarte que es verdad: “ningún botón” suma once letras. Ya ves, once es igual a once, por lo tanto, tu impermeable no tiene ningún botón. ¿Es así o no?
Ahora bien, esos dos amigotes tuyos, el Japucho y el Malevo, siempre me dieron mala espina. “Japucho” tiene siete letras y “Malevo” tiene seis. Sumadas ambas palabras dan un total de trece letras. Ellos te quisieron quitar del medio, ¿verdad? Pues si tú quedabas fuera, ellos se quedaban con el impermeable: “tú” tiene dos letras, y trece menos dos es igual a once. Aystá, los números no mienten, hermanito, los números no mienten.
Pero además, “sisa” tiene cuatro letras, y “chaleco”, siete. Sumadas todas dan once. Restando esas once de las once de “impermeable”, da cero. Tal como pasó: hiciste desaparecer el impermeable en la sisa de tu chaleco. Si esto de los números no son coincidencias, hermanito.
Pero veamos lo demás. Como ya te dije, “Japucho” y “Malevo” suman trece letras. Si sumamos a eso las de “Jaime”, tu nombre, nos da un total de dieciocho. “Chicha” tiene seis letras, por lo tanto, los números dicen que ustedes tres se tomaron tres baldes de chicha. Hermanito, los números son mejores que los brujos.
Y para rematar, “promesa” tiene siete letras, sumadas a las de “impermeable”, dan un total de dieciocho. “País del sol naciente” tiene dieciocho letras. Obviamente, dieciocho es igual a dieciocho. Eso es lo que hiciste: prometiste conseguirles impermeables del Japón.
Qué tal metal, ¿ya me crees que los números lo dicen todo?
Variación metafórica:
Por refresco
El atacante avanzaba sin marca, con el balón de trapo que sólo mantenía su apariencia circular gracias a una cuerda atada en su parte media. De repente, lo rodearon dos defensores que trataban de adueñarse del esférico, pero el atacante, con hábil gambeta, lo escondió, dejando mal parados a sus marcadores. Una vez finalizado el encuentro, el atacante, que resultó ser el dueño de la pelota, ingería líquidos para refrescarse junto con los dos líberos. Como si se tratara del reprís, el volante ofensivo volvió a demostrar su habilidad con el balón, repitiendo el quiebre de cintura con el cual lo ocultaba. Los defensas quedaron sorprendidos y le pidieron la pelota, tal vez para practicar, pero el nueve les dijo que mejor les conseguiría unas iguales cuando un japonés que le regalaba trapos volviera de sus vacaciones. Después de un pequeño descanso, los tres volvieron a la construcción.
EL JUEGO/DESAFÍO SIGUE EN PIE, CONTINÚEN ESCRIBIENDO.
Hombre, esto me gusta mucho más, ya hay experimentación, taller...
ResponderBorrar(Qué bien os lo pasais en vuestros encuentros por allá).
Bastante interesante los cuentitos, pero porfavor disculpa mi ignorancia,porque no nos ilustras un poco mas y nos explicas un poquito mejor.
ResponderBorrarNO todos sabemos sobre la forma de escribir y la forma que se llama a ciertas cosas, sería bueno que nos ilustres.
ResponderBorrarMe quedo con la variación numerológica, fue la que más me gustó.
ResponderBorrarY bueno en toda mi ignorancia literaria si alguien me hubiera dicho que tengo un "quiasma sinécdoque con rastros de anadiplosis" yo estaría segura de que necesito una operación urgente.
Abrazos.
todas las variaciones estan buenas pero la mejor es la lipogramática, en serio es la que más me gustó
ResponderBorrarMe gustaron todas las variaciones, pero mi favorita es la del quiasma, como siempre, buena onda leerte:)
ResponderBorrarUn saludote!
te leo y te re leo...
ResponderBorrarme quedo con la tesis q me ha parecido algo mas que brillante
x)
nos vemos en san juan?
besos electricos
Bueno, ya que algunos me piden más información, aquí va:
ResponderBorrarRaymond Queneau (escritor francés ya fallecido) escribió un libro titulado “Ejercicios de estilo”. En éste, él reescribió una anécdota de 99 maneras distintas, sometiendo cada una de ellas a una restricción específica. Tomando esa idea, en el Curso de Escritura Creativa de la carrera de Literatura de la UMSA realizamos algo similar.
El ejercicio consiste en reescribir un texto de tal forma que en cada versión la historia general pueda ser entendida. Ahora bien, me imagino (tal como comenta Vania) que los términos técnicos provocan confusión. Los explico:
Variación con idiolecto: el idiolecto es “la lengua tal como la usa un individuo particular”. Obviamente, para el ejercicio, exageré la forma en la que un economista podría contar el relato de Sáenz.
Variación con sinécdoque: la sinécdoque es una figura retórica que consiste en “extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada, etc.”
Variación con quiasma: el quiasma es otra figura retórica, y que consiste en “presentar en órdenes inversos los miembros de dos secuencias, por ejemplo: Cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer.”
Variación con octosílabos y anadiplosis: aquí hay dos restricciones; por un lado, los octosílabos, que se refiere al número de sílabas de cada verso (8), claro que se las debe contar (siguiendo otras reglas) juntando palabras. Por ejemplo: Jai-mi-to tie-neun a-bri-go (8 sílabas). Por otra parte, la anadiplosis es un recurso de construcción poética que consiste en repetir al inicio de cada verso lo que figura al final del verso anterior.
Variación lipogramática: consiste en prescindir de una o más letras en la escritura de un texto. En la variación que yo realicé, obviamente prescindí de las vocales A, E, I y U.
Variación con soneto: creo que esta es clara, pues se trata de reescribir la historia en forma de soneto.
Variación metafórica: esta también es lógica, pues se trata de reescribir la historia empleando metáforas o escribirla en forma de metáfora.
Espero que mis explicaciones hayan aclarado un poco los ejercicios de estilo.
Querido Willy dime una cosa, si bien el Gíglico es un lenguaje y no un estilo, y (creo) se utiliza más para descripciones o relatos donde la intención es más afectiva (según entendí), puedes porfa utilizar este lenguaje para una variación más del relato de Sáenz? Me encantaría ver el resultado.
ResponderBorrarUn abrazo.
Pues ayudame a mi tambien, yo quiero ser escritor, como le hago.
ResponderBorrar¿ como bukowski es necesario estar borracho para escribir unas cuantas lineas fabulosas ?
Si ese es el caso ahora mismo empieso con unas cuantas botellitas, para entrar en calentamiento. Un abrazo.
La variación con octosílabos y anadiplosis parece poesía infantil jeje Me recordó a Margarita está linda la mar de Rubén Darío.. algo en los versos o en la rima hubo.. :)
ResponderBorrarLa lipogramática parece inspirada por Ojo con los Orozco de León Gieco.. y la numerológica.. uff.. buen trabajo, en sí todos..
Un beso grande!! Me encantó!!