enero 23, 2007

Alasita nuestra de cada día



A los veinticuatro días del mes de enero de todos los años se registra un gran alboroto en la ciudad de La Paz. La gente sale de sus oficinas, no a conseguir un micro o trufi que los lleve hasta sus hogares para disfrutar –si eso es posible– de un fugaz almuerzo familiar, o a los pollos Copacabana, los que viven muy lejos, sino a comprar pequeñas replicas de billetes –los euros ahora están de moda–, casitas de vidrio, lotecitos de arcilla –con árbol incluido–, reducidas réplicas exactas de títulos profesionales, el infaltable carnet de borracho, autitos, camioncitos y/o la ineludible maletita –que ya viene cargada con pasaporte, dinero, una herradura, unos wairurus y un sapito de plomo– para los que aspiran realizar algún viaje. Tampoco faltan aquellos que adquieren las últimas novedades tecnológicas –celulares, computadoras, dvd players, televisores, etc– o los tradicionales periodiquitos –impresos por los principales diarios del país–, como también las masitas –es mejor comprarlas los primeros días–, que gozan de un privilegiado lugar, en la primera cuadra de la feria anual de Alasita.

Sí, una gran parte del pueblo paceño, sufrido, esperanzado, suplicante, se vuelca a las calles, dirigiéndose, los que salieron más temprano, al ex parque zoológico, o, los que fueron más lentos, a las distintas plazas e iglesias donde de seguro los tentáculos de la feria se han extendido, por lo menos por este día, para hacer “empanaditas” con los tentáculos del cristianismo. Y en medio de esa masa hormigueante, algunos políticos distribuyen billetes y promesas –todo de alasita, por supuesto– y el pueblos recibe ambas cosas, en medio de un torrente de fe pagana, quizá más fuerte que la fe católica/cristiana/musulmana/judía/etc, tan hábilmente adaptada a las costumbres milenarias de un pueblo con memoria, aunque a veces parezca que tiene muchas ganas de tomar “veneno para olvidar”, como reza la letra de un chicherío musical que seguramente saldrá, orondo, bullicioso, sarcástico, del parlante de una radio de alguno de los cientos de puestos que permanecerán casi un mes en el territorio que antes fuera la penitenciaría zoológica de esta ínclita ciudad.

Tradición urbana, sí; pero también tradición milenaria. Antes de la llegada de las tres carabelas, antes de la cruz, antes de la espada, antes de alasita había la fiesta de Chhalasita, que en una traducción aproximada sería “cambiame”, que, de acuerdo con el calendario actual, se realizaba el 21 de diciembre, a mediados del año aymara. Esta fecha corresponde al solsticio de verano –Kapac Inti Raymi–, el inicio de la temporada de lluvias y, por consiguiente, de la fertilidad de la tierra. No había toldos entonces, no había billetitos ni masitas, sino illas: amuletos multiplicadores que atraían la suerte, pequeños atados que contenían hojas de coca, granos, wairurus, piedras y conchas del lago, y que eran intercambiados entre los antiguos aymaras, para ser bendecidos por los primeros rayos del sol.

En esas épocas, tampoco se conocía al gordinflón petizo, de mejillas rosadas, con la boca abierta en espera de un cigarrillo y las patillas generosas, muy acorde con la moda colonial. No, en esas épocas reinaba el Iqiqu, antiguo dios de la suerte y la abundancia, representado en una estatuilla pequeña, con figura jorobada y miembro erecto. Sociedad acogedora, verdaderos propiciadores del pluri/multi: un jorobado, un enano, o cualquier ser con anomalías físicas, no era rechazado, más al contrario, era tomado como un ser bendecido, marcado por los dioses. Claro que para los “refinados” gustos estéticos de los chapetones, era mejor hacerle unos retoques y hacerle parecer ligeramente a un tal Francisco de Rojas, regordete español, acaudalado terrateniente que tuvo a bien mandar a Paulina, su sirvienta, a atender a su hija, casada con el gobernador de la ciudad de La Paz. Ese hecho no tendría mayor relevancia de no mediar un acontecimiento importante: el cerco de 1781, donde Túpac Amaru y Túpac Katari, comandando una multitud de indígenas, no permitieron el ingreso de ningún producto a la hoyada. En esa situación, la hija de Rojas seguramente habría muerto de hambre, pero la bondad de Paulina, ayudada por las provisiones que le daba Isidro Choque, su enamorado, posibilitaron la supervivencia de tan ilustre dama y la posterior mitificación del dios aymara, presente en el cuarto de la indígena. Un agradecido Segurola –el Gobernador– restituyó la fiesta aymara, que había sido prohibida por la Iglesia, cambiándole la fecha al 24 de enero, fiesta de la Virgen, para también celebrar la victoria española ante el feroz cerco. Del trueque se pasó al libre mercado, de Chhalasita a Alasita, del “cambiame” al “comprame”, y así se mantiene hasta nuestros días, con algunas modificaciones, sobre todo en los productos que carga el regordete bonachón: nuestro fumatélico Ekeko.

La costumbre no se limita a la ciudad del Illimani, sino que se ha extendido a otras regiones, donde se le ha dado otros nombres y también se le determinaron fechas distintas. Pero la esencia se mantiene: las miniaturas, símbolo de la esperanza, de lo que los ávidos compradores desean algún día poseer –ver en grande–, se comercian y se bendicen, reciben agua bendita y humo de incienso, son avaladas por curas y yatiris. Sin embargo, el Ekeko sólo mantiene su reinado en La Paz, pues en las otras regiones es ignorado, ya que sólo interesa el ritual de la compra, el sentirse millonarios por un instante, propietarios de casas, autos, computadoras, pasaportes, etc.

Urbes de alasita, país de alasita. Muy lejos de esa raza gigante, de ese pueblo indomable, de esa cultura inmensa, la modernidad ha confinado a museos las miniaturas preciosas del incario, abandonándonos al libre mercado, a la desesperada compra de medio día de diminutas reproducciones de artículos que la globalización –o bobalización, como diría el Papirri– nos impone. Pequeñas réplicas de metrópolis, así son nuestras ciudades. Miniaturas que esperamos crezcan tan rápido como el Ekeko termina un astoria. País de alasita, en todos los sentidos. En el de feria, explícitamente representado en las calles maltratadas, orinadas, vejadas por miles de comerciantes que han volcado su fuerza productiva debajo de toldos multicolores. País que grita a los cuatro vientos el “comprame”, grito bien escuchado por los saqueadores, por los experimentados mercaderes de Wall Street, que no tienen Ekeko, pero saben hacer crecer las riquezas que extraen de nuestros suelos.

Mentalidad de alasita, que solamente concibe una patria chica, república en miniatura, dejando el pluri/multi sólo como slogan político, olvidándose de ayoreos, guarayos, chiquitanos, yuquis, Itonamas, sirionos, urus, lecos, chacobos, aymaras, pachahuaras, moxeños, canichanas, quechuas, tacanas, mujeres, niños, ancianos, homesexuales, drogadictos, alcohólicos, desempleados, minusválidos, mineros, obreros y/o policías. Mentalidad en miniatura, que no se la puede cargar al Ekeko para por lo menos tener la esperanza del crecimiento.

Y es muy bueno tener un Ekeko, pues basta con ofrecerle unos cuantos cigarrillos para lograr fortuna, y si ésta no llega, el pretexto está a la mano: el Ekeko se ha enojado. Mucho más fácil que trabajar o reconocer lo errores propios, los motivos por los que originamos nuestras propias miserias. Así, alasita no sólo es la feria de la esperanza, sino también la feria del pretexto. La fe ayuda a sobrevivir, pero no a progresar. Pocos son los que así lo entienden, pocos serán los que luego de cargar al Ekeko con un camión, trabajen duro para comprarse uno real; la mayoría, fieles extraordinarios, habituados al “la fe mueve montañas”, esperarán ver crecer las miniaturas que compraron, regateo de por medio, con la ilusión de que el milagro les toque este año.

Gran costumbre/tradición, que surte por igual esperanza y pretexto. Quizá por ello ha trascendido los cerros paceños, diseminándose por todo el país. Alasita en todo el país, en distintas fechas, con distintos nombres. En cualquier fiesta religiosa –la de la Virgen de Urkupiña, por ejemplo–, hábiles artesanos exponen sus diminutos trabajos, a los miles de fieles que acuden con la esperanza del milagro. La virgen no carga más que a su hijo –amén de las joyas y preciosos mantos–, pero sí bendice, sí puede interceder ante el Todopoderoso para que el camioncito de hojalata se convierta en un Volvo de diez toneladas. Muy lejos, en tiempo y distancia, han quedado los rituales del trueque y la fertilidad de la tierra; esto es la urbe, que obliga a sincretismos contradictorios, que permite el politeísmo democrático –magistral habilidad integradora de la Iglesia– necesario para cimentar cada vez más la fe del pueblo. Fe gigante, que no necesita de ekekos para crecer; fe inmensa que posibilita un estoicismo de ficción.

Así, alasita no sería una feria anual, sino una realidad cotidiana. Y no hay aparapita con pinta de próspero empresario –regordete, sonrosado, sonriente–; solamente están los reales –muy lejanos a los sabios aparapitas saencianos–, con las abarcas sin huella, con el bollo de coca inflando el cachete, con las manos callosas, con el refrigerador de a de veras –2 metros de alto, 50 litros, 90 Kgs.– que carga en la espalda mientras sigue a una emperifollada doña que le dará un peso –si es que es generosa– y luego tomará taxi rumbo a su hogar, para estrenar su nueva adquisición y posteriormente agradecer a al Ekeko, que lleva cargado un refrigeradorcito, junto con una computadorita, un televisorcito y un par de celularcitos, productos que seguramente crecerán para que un aparapita real los cargue hasta el taxi y agradezca la bondad de la señora que le regala un peso –medio almuerzo–, que él tiene la esperanza que crezca, o que se multiplique, pero lamentablemente no tiene un Ekeko, y si lo tuviera, de seguro no compartiría un astoria con él.


Los datos antropológicos e históricos utilizados en el presente ensayo han sido extraídos de:

CÁCERES, Fernando. 2002. "Adaptación y cambio cultural en la feria de alasitas". Ponencia presentada en el 3er Congreso Virtual de Antropología y Arqueología.

VARGAS, Miguel. 2003. “El Ekeko. Los caminos del enano más famoso”, en Revista Escape, Nº 90.

27 comentarios:

  1. Pucha... Alasitas otra vez... creo que se ha vuelto un tormento mío, la compra, regalar billetitos, creer fervorosamente que se volverá realidad...

    No está mal que se practique, sin embargo no es una obligación!

    Saludos =)

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  2. Oye yo también he posteado sobre las Alasas. Y eso de que hay gente que cree que el Ekeko se enoja no es mentira. A una señora que conozco se le quemaron las cosas que estaba haciendo milluchar con el yatiri. Desde ese día andaba con la idea de que le iba a ir mal y le fue mal, pero por bolas, no por que el Ekeko se haya enojado obviamente.

    En fin, fuera del tema del k'encherío del ekeko, ojalá dejáramos de tener mentalidad de Alasitas no?

    Un abrazo desde la ciudad de los anillos.

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  3. apoyo la idea, dejar de tener una mentalidad de alasitas..!!!

    buen blog, segui che..!!

    un abrazo

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  4. JAJAJAJAJA , ahora te las das de profesor urbandino... EXCELENTE. Habi un par de cosas que no sabia sobre las alasitas, asi que agradezco el conocimiento adquirido. Una fiesta comica y llena de fe. Ojala fuera esa fe la que nos mueva al futuro mejor y no solamente a la espectativa (como diria el buen homero simpson, experimentado y ilustre personaje) de tenderse sobre el sofa y esperar que de una u otra forma todo se solucione.
    Me encanto eso de penitenciaria Zoologica, realmente ese nombre cae directo al clavo en el caso de La Paz. Tambien creo que se te olvido que para muchos esta fiesta se convirtio tambien en la ida infaltable a la comidera de churros, api y demas sonseritas, pero lo mas importante la ida a las canchitas y a perder millonarias sumas en tratar de meter la argollita a la botella de jack daniels. Sobre todo cuando uno sabe que la mira del fusil esta mas torcida que nariz de maradona seguimos inconcientemente jugando ciegamente esperanzados a ganarnos el televisor de plasma del medio, que seguramente esta en la casa del duenio del toldo con muchos otros articulos comprados por esta fe pagana de jugar a perder.
    Un saludo
    PD. comprame una maletita hermano que si el ekeko quiere vuelvo este anio a La Paz, eso si que sea a las 12 para que no se enoje.

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  5. Alasitas! siempre me gustó ir, iba a comprar ropa de barbie, después billetes y ahora creo que me merezco mi carnet de borracha...jaja

    Vania, como pues! dejar de tener mentalidad de Alasitas! nooo! para mí las Alasitas son incluso más importantes que Navidad!

    un saludo!! y que el Ekeko cumpla lo que le pidas este año..jaja

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  6. Cual es el Ekeko en la foto de arriba???? ya ya no se crean no soy tan sonsa me di cuenta x el tamaño jajajaja.
    Las alasitas me recuerdan a la fiesta d Urcupiña; de niña me gustaba todo en miñatura... los gustos cambian con los años... ahem... pero esa es otra historia jeje.
    Mojense x dentro y x fuera y k la pasen a toda!!!!

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  7. .. ojala que en alasitas pudieramos comprar pequeños diputados, ministros y contituyentes con cerebro y regalarle al Evo, a ver si se cumple.... y los cambian a todos o les crece... (el cerebro)

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  8. Gracias por instruirnos... No sabía tanto sobre el Ekeko, ni sobre el verdadero significado de Alasitas.

    Interesante también tu interpretación: siempre un artista viendo más allá...

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  9. Super interesante, yo tampoco sabía tanto sobre el Ekeko y la Alasita.

    Es una de mis festividades favoritas, me divierte muchísimo todo eso de las miniaturas y el creer que todo eso luego se hace realidad, incluso ya tengo una "listita" de lo que quiero para este año, jajajaja...

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  10. Aunque me vean con pinta de anarquista de nuevo, creo que la Alasita debería ser más apreciada que la Navidad...

    que el Ekeko, le saque su p...!! al Viejo Pascuero..

    SAludos..!!! me voy a hacer leer la suerte, aunque no creo en eso... ja!!! por alguna extraña razón, no me cobran...!! medio raro, por que me dicen que les pague despues...

    Chau..!!

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  11. querido estido del illimani ...
    pues mi total admiración a un gran amigo de noches y noches de mangareva, guitarra y un torrido coktelito amarillo como el corazón entrando a mi alma negra (vamos tigre!!!)... y como extraño a mi querida la paz... leo tus escritos y se me parte la vida de nostalgia, comenzo el año...llego alasita... como dice el papirri ... se que el ekeko cambiara mi vida...
    hermano estido un abrazo awer cuando vienes por cocha...
    lenin

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  12. Díganme en que parte de la feria puedo conseguir mi mini-iphone, para que me este conformando con eso hasta mientras.

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  13. Ceci: Definitivamente, no está mal. Amo las costumbres urbandinas, pero creo que además de fe, también tenemos que trabajar y mucho. Un abrazo.

    Vania: Ese Ekeko es bien jodido, si no le das su puchito, se emputa, sin considerar que sólo estás protegiendo sus pulmonsitos. Un abrazango.

    Cynthia: Yo también la apoyo, pero.... ¿cómo lo logramos? Otro abrazo.

    Cristian: Tienes toda la razón, me olvidé del sector comidas y de los juegos. Gracias por el recordatorio, me diste una idea para hacer una croniquilla sobre eso. Ah, y compré tu maletita, con pasaje aéreo incluido. Un abrazo.

    Cane: Yo iba, de changuito, a comprar ropa para mi Falcon. Luego, me la pasaba en las canchitas. Después, medio que me aburrí del asunto. Pero la Alasita es parte importante de las memorias de juventud de todo urbandino que se respete. Un abrazo.

    Lelsie: ¡Utaaaaaaa! Me has hecho poner colorado. ¿Qué cosita le cargarías al Ekeko, no? Un abrazo.

    Raven: En todo caso, sería mejor que pudiéramos comprar ganitas de trabajar, honestidadcita, etiquita, etceteritas, para que el Ekeko las hiciera crecer en diputados, cosntituyentes, dirigentes, policías y en todos los bolivianos. Una brazo.

    Cristi: De nada. Siempre es bueno conocer el origen de nuestras tradiciones y costumbres; sólo de esa manera podemos entender la visión de mundo que portamos. Un abrazo.

    Gera: No es malo creer, pero como ya dije, el trabajo nunca está demás. Obviamente, por lo que hablamos el otro día, eso tú lo sabes perfectamente. Comprate un bateristita, de repente así aparece. Un abrazo.

    Jota: Jajaja. Qué pasa, pues. Estafando a los humildes p’ajpacus esotéricos, ¡te has pasado! Pero apoyo la noción: que el petizo lo desafíe al gordinflón, que le saque la mierda, que luego se haga una parruca con los venados y queme el trineo en San Juan. Un abrazo.

    Lenin: Ya me has hecho dar nostalgia, ¡bien este eres! Esperame nomás, con cuarto, comida, trago, guitarra y mujer, prontito hey de ir. Un abrazo, hermanito.

    Dolcka: Bien exigente, che. Pero bueno, lo puedes conseguir en el puesto 59 del sector miniaturas, en la parte media del ex Zoo. Si te dice que no hay, le escupes. Un abrazo.

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  14. Este año es bien especial para mí, desde el primero me la he pasado cuestionandomé mi fé...sin embargo he ido nomás a las 12 a comprar mis cositas y para mis amigos, mi amigo Dani me ha regalado un gallito (es la primera vez que me regalan uno) pero es negro, no sabemos bien pero dice que es para el matrimonio, si este ekeko se pone cumplidor, imagináte! sentadita y con sombrilla puedo esperar y esa boda condenada capaz llegue, ojalá el gallo negro sea para noviazgos nomás che...Como me voy de viaje pronto, mi papá me dijo esta mañana que reuna nomás todas las energías posibles del año (leáse carnaval, alasitas, año nuevo) y yo obediente le voy a entrar nomás, más por él que por mí. Bien rara esta mi fé, aunque siempre lo he tenido clara, me enternecen estas muestras de fé colectivas, creo que reunen lo mejor de los pueblos; voy a postear mi postura más estruturada luego de bailarle a la virgencita nomás y ahí mejor me van a entender.

    Deberíamos ir a tomar api y ver Shreck, o cuál será la peli top este año no? Un abrazo, compañero.

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  15. Dices muchas cosas ciertas y penosas. Algo que me enoja es que nos excusemos en la fe, la filosofía de la resignación a través de la fe, “Dios Dirá”. Ese debe ser el peor de los legados de la iglesia católica a nuestros pueblos.

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  16. Lo más alarmante es que progresivamente las artesanias están siendo reemplazadas por baratijas de plástico que nada tiene que ver con la fiesta.
    P.D Estidex, la respuesta de la apuesta esta en el anterior post.
    Saludos çEl perro

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  17. alasitas... a las canchitas, ... a las salteaditas ... a las morenitas .... a las pecositas ... a toditititassss... las musiquitas ... a las orquestitas ...

    que lindo las alasitas!!!

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  18. Vero: Mejor, como dice Silvio, esperá desnuda y con sombrilla, así, segurito los galanes van a aprecer por montones ; ) Me apunto para el api, te llamo y quedamos. Un abrazo, compañera.

    Edu: Es uno de los efectos negativos del sincretismo; sin embargo, también ha producido manifestaciones culturales muy ricas y variadas. Como todo, tiene sus luces y sombras. Un abrazo, viejito.

    OsCan: Eso es muy jodido, pues la tradición, en vez de mejorar, pierde su originalidad. Si quisieramos chucherías de plástico, iríamos cualquier día a esa calle (no me acuerdo ahorita el nombre) que está por la Tumusla, donde venden un sinfín de huevaditas para las piñatas, ¿no ve? Un abrazo, viejo can.

    Ron: No puedes con tu carácter, ¿no? Bien bragueta alegre eres, viejito. Un abrazo.

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  19. Todo en miniatura, me encanta!!!

    Aquí no es lo mismo, pero se parece y habría que hacer todo un trabajo de investigación para confirmarlo...

    De todas maneras, un abrazo a la distancia...

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  20. Alasita, a la plena, alasita, rebajá casera, alasita , alarila, sé que el ekeko cambiará mi vida... Gran papirri, puta qué linda tomada con ese don che, que reir!! (coño, mi La Paz querida, no voy a estar en paz hasta que visite de nuevo).
    Pd: compadre, qué la ha pasado a tu tegre, la han quitado los puntos los de blooming? qué pasa pues!!

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  21. Pao: Obviamente no es lo mismo; la tradición es netamente paceña. Sin emabrgo, con el tiempo las tradiciones se comparten y se reinventan de acuerdo a cada contexto social y cultural. Un abrazango.

    Marco: Sí pues, el Papirri es todo un chiste; un día, me he farreado con él dos días. Ya estamos acostumbrados a las mariconadas; es habitual que cuando nos nos pueden ganar en la cancha, recurran a cualquier tipo de boludeces para hacerse con los puntos, que no con la victoria. ¡Salud, cumpita!

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  22. Solo queria dejarte una orquidea, pero ahora quiero ademas, tener tiempo pa terminar de darme un paseeo por toooodo tu blog! ... Al final solo me faltara leer tu ultimo post! Yea! (El que va despues de este, ja)

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  23. Orquidea: Muchas gracias por la visita y la lectura; espero que no te aburras. Un abrazo.

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  24. Como dice Pao.. aquí no es lo mismo.. en ningún lado es lo msimo que donde proviene, pero las tradiciones y las creencias populares no se trasladan, viajan con la gente, en su espalda; no creo que se reinventen, solo se camalonean. Las Alasitas, su visita, creencia y poder son una tradición antigua adaptada a los tiempos "modernos", eso con su carga de modernidad (valga la redundancia). Son muchas las palabras que pueden dedicarse a ésta fiesta, pero todas aunque juntas se quedan chicas ante el poder que la gente puede darle.
    El sincretismo, la creencia popuar y el abandono ante ambos (Su voluntad, sea Dios o el Ekeko) refieren de un laste que bien sabemos es tan antiguo o mas, como puede ser la figura moderna del Ekeko,por poner un ejemplo.
    Estido: Bellas letras, todas :)
    Saludos

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  25. Ahh.. me olvidaba.. extraño La Paz y mis lágrimas ya fueron derramadas por las laderas de los cerros.

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  26. Albanella: Tienes mucha razón; es la gente la que otorga o no poder a las creencias. El imaginario popular puede construir mitos o derribarlos. Gracias por el halago. Un abrazo.
    PD: Ya no derrames más lágrimas, las laderas tienen suficiente con las lluvias. ;)

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  27. Me parece excelente tu portada e interesante la presentación. Una cosa las Alasitas son una manifestación cultural costumbrista y tradicionalista que no hace daño más bíen afinazan el sentido de vivir. El hombre debe terner una identidad y algo en que creer. Segui adelante..........

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