En una de esas cadenas que, por desgracia, invaden mi correo electrónico todos los días, me llegó “el cholometro”. Esta herramienta fue inventada por algún anónimo estudioso de las conductas humanas, seguramente con mucho tiempo libre como para imaginar 65 preguntas idiotas destinadas a medir cuánto de cholo hay en cada uno. Obviamente, desde un principio, “cholo” adquiere una connotación peyorativa.
Si bien, debo reconocerlo, algunas preguntas son bastante humorísticas, hay otras que llevan la discriminación a un nivel que no me imaginaba posible. Por ejemplo, “¿Su mejor amiga/o se llama Steeven o Genesis?” O sea, ¿para no ser considerado cholo debo cortar la amistad con cualquiera que se llame así? Que se vaya a la...
Me imagino con cuánto deleite ciertos individuos que conozco, segurísimos de su sangre azul, deben realizar el test(¿?) respondiendo NO a todas las preguntas; ergo, mintiendo(se). De hecho, jamás me hicieron caso cuando les recomendé que sacudieran su árbol genealógico y contaran cuántos borsalinos caían de sus ramas.
Qué manía la de asociar lo cholo con lo vulgar o lo estúpido (ej. “¿Se suena la nariz en la ducha?”; “¿Ud. es de los que infla condones en los conciertos?”). Basta, ¿no? Ya va siendo tiempo que dejemos de imaginarnos gringos y asumamos nuestro cholaje con orgullo, porque lo cholo no tiene nada que ver con las preguntillas esas. Es más, incluso lo cholo ya es un concepto cultural y estético, amén de lo que representa como parámetro de identidad.
Ya ni hablemos de la cantidad de estudios que se han realizado al respecto; lo cholo, duélale a quien le duela, es nomás nuestra forma de ser. Con ojos cholos miramos el mundo, con oídos cholos lo escuchamos. Tan cholo es San Miguel como el Rodríguez, pues nuestro hueco, profundo, jodido, bello, abigarrado, barroco, también conocido como La Paz, está habitado por, pésele a quien le pese, un millón, pocos más pocos menos, de cholos urbandinos.
Mariaca dice en uno de sus textos: “Porque así hemos construido nuestra ciudad: sobre los restos de batallas, sobre los cadáveres de nuestros hermanos, sobre los llantos de nuestros amantes. Construyendo la iglesia de San Francisco para seguir pactando treguas, llorando los boleros de caballería para poder enterrarlos, informalizando el pan para seguir ajtapiando con nuestros muertos de cada día. Y sobre los restos de esas batallas estamos bailando la diablada para seguir sobreviviendo. Porque somos paceños, sobrevivientes de la más terrible guerra de todas; paceños que nos inventamos cada día para no acostumbrarnos a la miseria; los auténticos inmortales cholos paceños.”
Pero claro, no se trata de glorificar lo cholo; en todas partes se cuecen habas. No todo lo cholo es bueno (lo cual no justifica el “cholómetro”), tiene también sus cositas... Sin embargo, con lo bueno y lo malo, igualito tenemos que cantar, con potentes y desafinadas voces de guitarreada paceña, esa cuequita que dice: “cholo, cholo he nacido, cholito voy a morir.” Cholos todos, sí; pero convengamos en hacer una distinción, parafraseando a Mariaca. Los cholos, seres urbandinos, inventores del caporal y la marraqueta, se subdividen en varios especies que, por cuestión taxonómica, pueden resumirse en dos grandes grupos: los cholos de mierda y los cholos ilustrados.
así nomás había sido...buena nota
ResponderBorrarEs curioso esto que mencionas.
ResponderBorrarVi hace poco una entrevista a un señor peruano que abrio un restaurant de lujo, y él se autodefinia "cholo".
Pero fijate que el término lo usaba con orgullo, y no con menosprecio.
Preguntando un poco, vi que en Perú el término "cholo" está asociado precisamente al orgullo de la raza, de la nación inca.
Contrariamente a lo que hace el cholómetro. Que no es más que una manera divertida de ver cuánto de cholo hay en uno.
La pregunta termina siendo: es malo ser cholo? cual es el punto de inflexión en que la sociedad margina las prácticas culturales asociadas al cholo?
¿Me podrías definir "cholo"? para estar seguro antes de lanzar palazos al aire, y otrita, ¿cuál (si alguna) es la diferencia entre cholo y mestizo?
ResponderBorrarFIDELIO Y SEBASTIÁN (trataré de conte(s)(n)tarles a los dos):
ResponderBorrarEl caso del Perú no lo conozco bien, pero asumo que ellos deben tener su propia concepción de lo cholo, porque aquí no está asociado con lo Inca o lo Aymara, directamente; de hecho, lo cholo tiene que ver con el mestizaje, por tanto, el orgullo racial no cabe en esto.
Ahora bien, lo mestizo es un concepto racial; lo cholo, cultural. Sin embargo, no se puede negar que lo cholo, empleado como insulto, por los complejos particulares de la clase media paceña, adquiere una connotación racista, además de suprimirle cualquier virtud cultural; de ahí el origen del estúpido cholómetro.
¿Es malo ser cholo? Sí, es malo; esto, de acuerdo a esa concepción racista, clasista, en fin, ignorante. Pero si se considera lo cholo sobre todo desde una perspectiva cultural, la respuesta sería: ni malo, ni bueno, simplemente normal. ¿O acaso es malo ser judío?, por ejemplo, lo cual no implica que sea bueno; sólo se es.
Definir lo cholo es un tanto complicado, pero no imposible. A ver, partamos desde una definición presente en el Diccionario del Cholo Ilustrado (1978), de Paulovich. “Cholo: Simpático ciudadano con vicios y virtudes. Los cholos han contribuido con mucho a hacer de este país, tanto en la política como en el foro, en la milicia y en el clero. El cholo es el principal protagonista de 150 años de historia de Bolivia.” Claro que, Paulovich tampoco consigna en su definición algún valor estético.
Lo cholo está íntimamente relacionado con el barroco andino. Lo cholo es más que una mezcla de razas y culturas; es el producto de la asimilación y antropofagia cultural que deviene en una concepción propia y particular de la estética. Además, a eso se le añade el diálogo único que entabla el urbandino con su paisaje (en términos lezamianos). En el llano, el diálogo será extenso; en la hoyada, necesariamente, debe ser intenso. Lo cholo es como la chicha; se fermenta con la saliva paceña y el maíz occidental. Pucha, es jodido hablar de esto tan escuetamente. Pero bueno, para finalizar, si es que alguito más puede ayudar, les transcribo la introducción de un ensayo que publiqué hace tiempo:
“El redoble de tambores, seguido por un estridente choque de platillos, da la pauta para que un centenar de pulmones andinos comiencen la melodía que habrá de acompañar a los caporales durante el largo recorrido hasta la iglesia del Señor del Gran Poder. Las botas de los danzantes, cascabeles de por medio, marcan el ritmo, dialogando en contrapunto con los bombos. Es 1998, el último año que se podrá escuchar el “Que no quede huella”, cumbia caporalizada, entonada por las bandas populares, pues una resolución de la asociación de conjuntos folclóricos ha decretado que las danzas sean acompañadas exclusivamente por música nacional, en un intento por preservar las tradiciones locales. Sin embargo, ya en el 2001, y a pesar de que sólo las melodías nacionales hacen zapatear a los caporales, nadie se preocupa por los timbales caribeños que contrapuntean con libertad y descaro, erigiéndose como el instrumento de destaque en las agrupaciones musicales. Finalmente, qué tiene de raro, y no porque estemos en un mundo globalizado, sino porque la cultura paceña nace de un abigarramiento profundo, crece en él y en él se regenera, muta, apropiándose de elementos ajenos al suelo andino, pero bienvenidos en este caldo que se fermenta constantemente, en esta chicha que embriaga y seduce, que siendo repudiada es consumida y que, más allá de cualquier visión que busque en ella síntomas de aculturación, se erige como la expresión de una urbe diversa.”
NO me parece del todo claro esto del "cholo", pero me gusta entenderlo como sinónimo de "boliviano".
ResponderBorrarSi todos nos declarásemos "cholos", sería una excelente manera de cerrar la puerta al falso debate actual entre "kjaras" y "taras", o entre "originarios" y "no-originarios".
En realidad lo que hay son diferencias económicas, y no raciales!
Saludos,
No creo que entender lo cholo como sinónimo de boliviano sea adecuado. Así, sólo estaríamos eliminando la diversidad o, peor aún, ignorándola.
ResponderBorrarAdemás, no creo que el problema entre "karas" y "taras" sea un "falso debate". En Bolivia la discriminación existe y eso no podemos negarlo. Cuando una empresa publica un anuncio solicitando personal, incluyendo como uno de los requisitos la "buena presencia", simplemente está pidiendo que el postulante no tenga razgos indígenas. Esto. sólo por citar un ejemplo.
En realidad, hasta ahora no ha habido debate, pues la elite gobernante prefiere ignorar nuestra realidad y, de ese modo, permanecer comodamente en su burbujita, aislada de la mendicidad, la pobreza, el hambre, el indio...
buena la nota,yo creo que en bolivia no hay blancos,a exepcion de una minima minoria , lo que hay seria ;cholos blancos un poco blancos ,cholos morenos ,un poco morenos,cholos evolucionados y no evolucionados ,realmente la mayoria ignoramos la realidad con lo que es blanco y lo cholo.
ResponderBorrardeberían tomar a mode de chiste el cholómetro. que no son minuciosas preguntas para "taxonomizar" el cholo que cada uno lleva adentro, sino que es algo que nos hace mirarnos a nosotros mismos desde una perpectiva burlesca y no ofensiva (aunque hay excepciones, como preguntas de apellidos).
ResponderBorrarpero si a algunos se les encendio el cerebro y les pica saber más sobre la formación social boliviana, entonces encontraran innumerables libros al respecto. y tal vez del cholometro pasen a interesar se por las cuestiones de clase y etnia.