Uno de mis mejores amigos es Daniel Moya, alias “la Danila”. Este cuate, hace casi ya dos años, se fue a Buenos Aires para cursar una maestría en cine documental. Al parecer, al chango le ha ido bien, porque incluso su guión, basado en un cuento mío, resulto seleccionado para filmación. Así, el otro día me llegó un mail en el que me contaba que ya había terminado de filmar y que estaba en el proceso de edición. Curioso, como soy, le pedí me mandase algunas fotitos para ver cómo había resultado mi cuento en imágenes; bueno, a continuación les transcribo el cuento, ilustrado con algunas fotos de la filmación de la Danila.
Póquer de huevo
Los dados rodaron por el mantel agujereado como estampida de animales salvajes, atropellándose en su carrera hasta detenerse casi en el centro de la mesa, observados por siete ojos, uno de los cuales parpadeaba exageradamente debido a la delgada columna de humo que se desprendía de un cigarrillo y ascendía como cobra encantada buscando clavar los colmillos en la pupila de su víctima. La música, puesta a todo volumen para otorgar privacidad a las conversaciones de las distintas mesas del local, cesó de repente, originando una seguidilla de chiflidos y reclamos. “Es que está pasando la procesión”, indicó el garzón de manera tímida; pero tuvo que ser el Cíclope, con el ojo lagrimeante envenenado de humo, el que calmara el alboroto con un intimidador rugido: “Respeten a la virgen, carajos”.
La procesión anual de la Virgen de los Olvidados recorría varias calles del barrio, dejando a su paso un penetrante olor a incienso que muchas veces atentó contra la vida de algún asmático. Un sacerdote encabezaba la marcha, exclamando rítmicamente, ayudado por un megáfono, avemarías y padrenuestros. A pesar de esta colaboración tecnológica, no podía competir contra los poderosos gritos de un grupo de sindicalistas algo ebrios que, acostumbrados a las arengas revolucionarias, expresaban su devoción, medio en serio medio en broma, de la única manera que conocían: “Viva nuestro señor Jesucristo”, “Gloria a los mártires de la revolución judía”. “Viva”, “Gloria”, respondieron desde el bar los parroquianos, algunos de los cuales incluso salieron a disparar unos cuantos petardos, muy aplaudidos por los sindicalistas.
Luego del momento de fe, la música se apoderó del boliche. El Cíclope clavó su mediamirada en el pequeño sujeto que tenía frente a él. “Póquer de huevo –le dijo sonriendo macabramente–, no te alcanza”. El hombrecito, que había estado petrificado y sudando copiosamente durante el paso de la procesión, empezó a fumar nerviosamente, casi masticando el cigarrillo, y, secándose la humedad de las manos en las mangas del saco, se puso de pie. Su metro y medio no intimidaba a nadie y menos aún vestido con ese terno gris gastado, parchado con óvalos de cuerina en los codos. “Mejor sentate –le dijo el Cíclope–, no quieras hacerte el machito”. Servilmente obedeció la orden, apoyó los codos en la mesa y hundió la cabeza entre las manos. “No tengo plata –balbuceó entrecortadamente–, te pago a fin de mes”. “El mismo cuento de siempre –dijo el Cíclope mirando a los que flanqueaban al perdedor–. ¿Qué tal, le creemos?” Unas risas fingidas fueron la única respuesta. “Ni modo, viejito, te has jodido. Ya sabías que era tu última oportunidad. Si no hay plata, pierdes un ojo; si no pagas hasta el lunes, pierdes el otro, así nomás. Por ay, si me animo, te dejo un doble o nada, todo depende”. Los matones del Cíclope tomaron al hombrecito por los brazos y prácticamente lo sacaron alzado del bar, llevándolo hasta el callejón situado a unos metros de la puerta. “¿Prefieres con cuchara o con cuchillo? –le preguntó el Cíclope, exhibiendo los dos instrumentos–. Con cuchara no queda cicatriz, como yo, ¿ves? Luego te haces poner uno de vidrio. Casi ni se nota”. Los maleantes dejaron escapar estentóreas carcajadas, mientras el pobre sujeto lloraba de rodillas, implorando inútilmente una prórroga.
“Curas oligarcas”, “Sotanudos dictadores”, gritaban los sindicalistas, mientras se acercaban a la esquina del callejón luego de haber sido expulsados de la iglesia. “Compañeros, compañeros –gritó el hombrecito al escucharlos–, me quieren detener los buzos”. Inmediatamente, ante el clamor de un camarada en apuros, los seis arengueros entraron al callejón y, sin hacer caso a las explicaciones del Cíclope, agarraron a los agresores, permitiendo la veloz huída del deudor. Un par de navajazos hicieron retroceder a los sindicalistas, cosa que aprovecharon el Cíclope y sus secuaces para lanzarse en persecución de su víctima. “Ya debe de estar lejos –dijo uno de los salvadores–, bien lo hemos hecho”. “Vamos a festejar la libertad del camarada –expresó otro–. ¿Quién dijo dos?”
“Voy a tomar veneno para olvidarte...”, chillaban los parlantes del bar, acompañados por la voz de un borracho con ínfulas de barítono que cantaba a todo pulmón, derramando lágrimas y sujetando una botella por el cuello. No era un lunes habitual, el bar estaba repleto pues la fiesta de la Virgen se prolongaba de sábado a sábado. Las mesas del local no daban abasto a la cantidad de clientes que aplaudían, desesperadamente, clamando por la atención de algún garzón. En una mesa del fondo, seis diablos, desprovistos de cuernos, discutían airadamente sobre la situación del país. Más a la derecha, una chola dominaba por los cabellos a un obeso chofer, completamente intoxicado, provocando las carcajadas de los amigos. En las mesas de la izquierda se habían formado dos bandos que gritaban alternadamente: “Tigre/chacra – Tigre/chacra – Tigre/chacra ...”, marcando el compás con furibundos golpes en las mesas, creando un contrapunto a dos voces de tal perfección, que incluso un caporal se puso a zapatear, haciendo alborotar los cascabeles, pues la rítmica discusión le trajo a la memoria la cadencia de los bombos domingueros. En la mesa del centro, seis ojos, ajenos a todo ese bullicio, centraban su atención en el vaso de cuero. La mano temblorosa, con débil impulso, dejó en libertad los dados para que iniciaran floja carrera hasta el centro del cuadrado. “Uta”, exclamaron los secuaces del Cíclope, el cual mediomiraba ferozmente al sudoroso hombrecito. Éste, casi por instinto, irguió su metro y medio apoyándose en la mesa. Incluso con el parche de pirata, que le daba a su rostro una apariencia algo ruda, no inspiraba ningún respeto. Inútil hubiera sido intentar otra huída. “Póquer de huevo –le dijo el Cíclope–. ¿Cuchara o cuchillo?”
“Póquer de huevo”, en Réquiem para once, editorial Gente Común, La Paz, 2003.
jajajajajajajajaja.... qué buenísimo el cuento!!!, sabes cuándo la estrenarán en los cines?
ResponderBorrarSaludos
Ah, Sakura, no mencioné que es un cortometraje. Creo que dura media hora, o sea que no se proyectará en salas de cine; pero me imagino que, a fin de año, él traera el producto para ofrecerlo a los canales de TV. No sé mucho más, porque el desgraciado, desde que es famoso, ya no escribe.
ResponderBorrarLas descripciones son tu fuerte sin duda. Para crear esos ambientes hay que verlos y vivirlos... los re-creas para ser preciso. Sin embargo, creo el desenlace es muy rápido, es decir, como que le falta alguito de suspenso para llegar con más ganas al segundo poker de huevo. Felicidades, en una de esas tu mass-media (éste) y con tus cosas en la tele, vos también acabas siendo un famoso jeje.
ResponderBorrarUn abrazo.
Marco, gracias por la crítica. Sí, debo revisar los finales de los textos; bueno, en realidad debo revisarlo todo; pero, ¿no te pasa que cuando lees algún texto tuyo después de algún tiempo, empiezas a corregirle todo? Entonces, la publicación, ya sea en este medio, en papel, o en cualquier otro, es una especie de parto sietemesino, pero en beneficio de la vida de ambos: ya lo pariste y ni modo, lo aceptas como salió, y el cuento deja de ser manoseado una y otra vez. En fin, siempre encuentro errores en mis textos, incluso caí en la tentación de volver a publicar algunos, pero con "mejoras".
ResponderBorrarAh, y si llego a ser famoso, el blog va a ser con password y pagando, claro que también tendrá su sección de pornografía zoofílica, para llegar a más gente, tú sabes.
Buenísimo el relato. Voy a estar atenta a cuando lo pasen en su versión cortometraje.
ResponderBorrarEl Demetrio (léase sujeto de metro y medio) ha debido ser muy afortunado en el amor porque en el juego le ha ido como la mona. Cuando se es vicioso del juego mejor quedarse soltero pero con dos ojos.
El Demtrio (buen nombre para el personaje), en realidad se llama Francisco y no perdió ni un sólo ojo, pero sí le sacaron la mierda por apostar lo que no tenía. Este hecho me dio la idea del cuento. La ludopatía es cosa seria; conozco un par de casos en los que los jugadores perdieron todo, pero TODO: auto, casa, joyas, acciones, ropa, muebles, electrodomésticos, etc. Y no exagero, porque en estos casos, ambos ludópatas no aceptaban la mala suerte y continuaban apostando con la esperanza de que cambiaría. En los reducidos y selectos círculos ludópatas, existe una especie de código de honor, según el cual, si un jugador ya no tiene dinero en efectivo, se le aceptan vales, ya sea por más dinero o por bienes materiales, los cuales son escrupulosamente cumplidos al día siguiente; si alguien falta a este código, no sólo es expulsado del círculo, sino que también, dependiendo el grupo, puede sufrir algún accidente misterioso. Como el vicio o, mejor dicho, enfermedad, está presente en todos los jugadores de estos círculos, los que están ganando aceptan vales sobre cualquier cosa y, auqnue la cosa sea de un valor ridículo, se empeñan en cobrarla, pues sólo así se completa la satisfacción; en este sentido, he visto cómo un tipo persiguió durante más de un mes a un amigo que tuvo la idea de apostar con él si llovía o no; como mi amigo, al momento de apostar, consideró que la apuesta era ridícula, no tomándola en serio y no teniendo dinero, aceptó firmar un vale por sus cuadernos. Cuando el tipo, ya agresivamente, le exigió que cumpliera con la apuesta, mi amigo le ofreció dinero, más d elo que valían los cuadernos, pero el sujeto no aceptó y estuvo persiguiéndolo y exigiéndole la entrega de los cuadernos. Como el asunto era bastante bizarro, mi amigo tuvo que recurrir a la policía para librarse del tipo.
ResponderBorrarRealmente muy bizarro todo el asunto!!!!
ResponderBorrarPor cierto... has visto que en el Cine Muncipal, 6 de Agosto, pasan corto metrajes antes de las pelis a estrenarse?, tal vez la presentenn ahí también no?, pero bueno, hasta que al amigo se le pasen los aires de famoso... habrá que esperar no más! =)
Cierto, Sakura, me había olvidado de eso. Cuando el "Director" se digne a escribir, le diré que hay esa posibilidad.
ResponderBorrarLa historia esta buena, me agrada como manejas a los personajes, cómo los presentas y les das el toque irónico urbano.
ResponderBorrarMe parece alucinante que tu historia llegue al cine, pero ten mucho ojo en cuanto a lo del: "©®", si bien te avisó que se basó en tu cuento...(aunque un poquito tarde), hay que considerar el detalle de la historia original. A ver si me comentas cómo te va con este tema.
Bueno, ya no quiero hacerla más larga. Estaré atenga para cuando salga este cortometraje...
abrazos en el alma
mad
Buena historia... Sería interesante ver el audiovisual. Pero esperar que llegue a Tiquicia... más pronto iría yo a La Paz.
ResponderBorrarMadelaine: Sí, pues, hay que tener cuidado con eso; pero el cuate es de confianza, además, sé donde viven sus viejos...
ResponderBorrarCristibel: Cuando el "Director" llegue acá, te aviso, y vienes a ver el corto.
wow!! che que bueno!! tu amigo famoso, y vos te irás haciendo famoso, así que mientras seguiré aprovechando de la libertad de visitarte mientras no haya que pagar nada. Ya que dijiste que comenzarás a cobrar las visitas..
ResponderBorrarChe, muy bueno el cuento e imagino que el cortometraje así también estará de bueno, ¿sabes? hay un programa acá los sábados a la noche en un canal de aire donde pasan cortometrajes de acá de los chicos que estudian cine, en una de esas pasen el de tu amigo, estaré atenta y si lo veo te lo comento. Ojalá lo pasen no?
Uy che eso de los juegos es todo un tema, y siempre digo "NO hay que apostar"; y puedo decir que no son muchos mis vicios, pero tengo el vicio de apostar por lo que sea, aunque no puedo quejarme mucho, porque más o menos soy una mujer con suerte para las apuestas, porque más gané que perdí, que mi trofeo más codiciado hasta me llegó del otro lado del hemisferio (Nueva Zelanda) jejee.. aunque tuvo que ser un paisano tuyo quien este verano me ganó la última apuesta que perdí que fue menos mal solo un viaje Bolivia-Buenos Aires, y no me gusta perder, pero con eso ya viendo mi currículum de viciosa de apuestas decidí hacer abstinencia de apuestas y podés creer?? los amigos no ayudan, porque enterados de mi retiro del vicio vinieron a tentarme con jugosas apuestas, así no vale no? pero por ahora estoy siendo firme.. aunque la semana pasada se me escapó y ni modo, terminé prometiendo a un amigo que apostaría una vez más.. si bien aún no apostamos, ya di mi palabra de apostar llegado el momento.. en fin...
solo espero nunca toparme con los matones del cíclope.. sino ya me verás con un ojo menos, y creo que pediré la cuchara, digo.. si es que esa de verdad no deja la cicatriz. jeejeje
(día de furia) Me muero por leer tu comentado cuento. Alguien tiene tiempo para regalar? vender? la página esta bella, namás que tarda un chingo pa entrar, al menos pa los que no nos modernizamos tan rapidamente :D
ResponderBorrarLilian: Si lo pasan, me cuentas, porque así como van las cosas, el "Director" va a negar su amistad con este cholo urbandino, y no me va a permitir ver ni una secuencia. Por suerte, a mí no me gusta apostar, a menos, claro, que esté seguro de ganar.
ResponderBorrarVero: Mi máquina y conexión son lentísimas, por eso mismo, hice un diseño liviano. De hecho, creo que ahora tarda menos tiempo en cargar que antes. En fin, yo te enviaría el cuento, pero el chiste está en las imágenes que lo ilustran. Ten paciencia.
Ya más espaciada (espaciándo lo inespaciable) propongo:
ResponderBorrar1. Estido para cronista.
2. Marco para crítico literario.
Besos
Vero: ¿?
ResponderBorrarAhora estoy en una disuntiva, tengo tu texto aqui mismo (sin leer todavia) y el corto metraje aqui en la mano. ¿Que hago compañero estido?
ResponderBorrarA ver, lo echamos a la moneda.
Listo
Ya tenemos la solución, pronto comentamos.